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Caso clínico: Intoxicación por micotoxinas

Aparecen problemas de fertilidad con rendimientos reproductivos variables. En los destetes hay necrosis de las orejas y de la cola y, en el engorde, se dan casos repetidos de diarrea a pesos y edades inusualmente altos, prolapsos rectales, etc.

Descripción de la granja

El problema se presentó en un grupo de granjas que contaban con un total de casi 15.000 cerdas. La empresa estaba formada por varias granjas de cría más transición distribuidas por el sur de Europa con una media de 1.500-2.000 cerdas por granja; el engorde funcionaba de modo integrado, con granjas de 800 a 3.000 cerdos en sitios diversos. El estatus sanitario era normal: positividad a las principales infecciones porcinas, PRRS, PCV2, App, estreptococias. Las cerdas se vacunaban frente a E. coli, erisipelas, parvovirus y PRRS; en el destete se aplicaban vacunas contra PCV2. No se suministraban tratamientos antibióticos de forma rutinaria. El pienso para todas las cerdas se producía en una fábrica y el del cebo en otra distinta.

Anamnesis y sintomatología

En 2012 se informó sobre problemas de discontinuidad en la fertilidad y la anamnesis del veterinario de la explotación describía una variabilidad en el rendimiento reproductivo inaceptable incluso para granjas afectadas por PRRS, con signos clínicos diversos, no imputable a alguna patología específica de manejo, nutrición o infectiva. Había necrosis de las orejas y de la cola en el destete y, en el engorde, se describían casos repetidos de diarrea a unos pesos y edades inusualmente altos, prolapsos rectales, pérdidas productivas y desperdicio de medicamentos por falta de beneficios claros.

Lechón que presenta necrosis en vías de curación de la punta de las orejas y de la piel en el flanco, una localización generalmente típica de infecciones por estafilococos

Foto1: Lechón que presenta necrosis en vías de curación de la punta de las orejas y de la piel en el flanco,
una localización generalmente típica de infecciones por estafilococos.

Lechón con necrosis en la punta de las orejas en fase avanzada, complicada por una infeción secundaria.

Foto 2: Lechón con necrosis en la punta de las orejas en fase avanzada, complicada por una infeción secundaria.

Se procedió a investigar a algunas granjas de cerdas muy distantes entre ellas para verificarlo personalmente. Las condiciones generales de la granjas parecían correctas en cuanto a organización e higiene. Los síntomas que se detectaron durante estas visitas eran variables y estaban distribuidos de forma diferente: porcentaje de partos fluctuante (la fig.1 muestra el ejemplo de una granja), algunos picos de abortos en algunos meses, a veces en periodos muy seguidos, cambios de apetito en la sala de partos, con caídas de consumo irregulares que podrían facilitar la disgalaxia en las primeras semanas del parto. Presencia de enrojecimiento de los pezones y de la vulva en los lechones al nacimiento; al destete aparecía necrosis en la punta de las orejas, alguna úlcera cutánea con localización variable, diarreas recurrentes y conjuntivitis; también se observó que la GMD era irregular, en fases alternas.

Figura 1: Porcentaje de partos (datos de 9 meses en una de las granjas, previos a la visita).

Sep. Oct. Nov. Dic. Ene. Feb. Mar. Abr. May.
92,7 85,3 87,6 87,4 89,5 90 96,5 86,3 89,1

El rendimiento de la fase reproductiva aparentemente era bueno: 89,3 % de tasa de partos, 8,28 % de mortinatos, 28,1 lechones destetados/año (datos de 9 meses).

Sospecha diagnóstica

La sintomatología observada se repetía cíclicamente, la causa no era fácilmente identificable, no teníamos la sensación de estar ante un proceso infeccioso que pudiera justificar el cuadro (reducción del rendimiento de las cerdas, diarrea en salas de parto y en la fase de crecimiento-engorde, asociados a prolapsos y reducción del crecimiento), y que en algunos casos nos parecía asociada a lotes de materias primas o piensos, haciendo sospechar la presencia de sustancias tóxicas en las materias primas utilizados. Entonces fue cuando surgió la hipótesis de la intoxicación por micotoxinas, que podrían actuar como inmunosupresoras produciendo la sintomatología variable observada. Es bien sabido que algunas micotoxinas como los tricotecenos pueden dañar la pared intestinal reduciendo las uniones intercelulares del epitelio (en sinergia con las toxinas de E. coli enterotoxigénico), inhibiendo la bomba SGLT1 para la absorción de glucosa y de sodio y reduciendo la producción de moco (Grenier, 2013). Otra micotoxina, la zearalenona puede afectar el esfínter anal, con el consiguiente prolapso.

Grupo de lechones con necrosis en la punta de las orejas.

Foto 3: Grupo de lechones con necrosis en la punta de las orejas.

Diagnóstico diferencial

La sintomatología descrita no conducía a ningún síndrome concreto. La conjuntivitis podría proceder de la intoxicación crónica con tricotecenos, aunque también está presente en algunos casos de PRRS o incluso en instalaciones con mala ventilación; los problemas de fertilidad y el enrojecimiento cutáneo y vulvar harían pensar en una intoxicación por zearalenona, aunque también por fitoestrógenos y contaminantes; la disgalaxia también podría estar relacionada con una intoxicación por aflatoxinas, tricotecenos, o incluso por endotoxinas (lipopolisacáridos) o infecciones poco patológicas; el prolapso rectal puede ser debido a zearalenona, pero también a estreñimiento, hacinamiento, cambios bruscos de dieta, estados postfebriles o escasez de agua; la disminución del consumo puede deberse a causas similares a las precedentes. Se llevó a cabo un muestreo de sangre para para verificar la presencia del virus PRRS en los animales con sintomatología, que resultó negativo. Los aspectos de manejo se consideraban correctos.

El análisis bactereológico de los cerdos con diarrea detectó un E.coli sensible a los antibióticos más comunes (gentamicina, clortetratciclina, trimetoprim + sulfamidas, doxiciclina, colistina, aminosidina, apramicina, enrofloxacina, marbofloxacina, etc.) sin ninguna resistencia en particular. Tras esto, se hizo un examen en matadero de tractos gastrointestinales e hígados, el cual resultó negativo, ya que no se observó ninguna evidencia de parasitosis, enteritis o algún tipo de lesión ni aguda ni crónica que pudiese representar un problema entérico específico. La investigación de micotoxinas en el pienso no aclaró nada, pero es bien sabido que el hecho de no encontrar micotoxinas en una muestra de pienso no es garantía de su ausencia. Los síntomas señalaban un estado de compromiso inmunitario, alteración del apetito y señales claras de hiperestrogenismo que, por exclusión, hacen converger las sospechas hacia una probable intoxicación por mitotoxinas. A continuación se procedió a un diagnóstico terapéutico (diagnóstico ex juvantibus).

Típico enrojecimiento vulvar causado por zearalenona durante la lactación, y muy evidente la diarrea por coliformes

Foro 4: Típico enrojecimiento vulvar causado por zearalenona durante la lactación, y muy evidente la diarrea por coliformes.

Diagnóstico terapéutico

Se decide, por tanto, tratar una granja de 1.000 cerdas del grupo con un producto contra las micotoxinas durante un año. Se trataba de un producto que basaba su eficacia en la adsorción, por lo que era eficaz, en orden decreciente, contra: aflatoxinas, ergotamina, ocratoxina, fumonisina; y una base enzimática para aquellas con poca o nula capacidad de ser adsorbidas como la zearalenona y tricotecenos (desoxinivalenol, T-2, HT-2, diacetoxiscirprenol, etc.). El producto usado había sido probado positivamente también como adsorbente de endotoxinas.

No pudiendo crear un grupo de prueba y uno control, se acordó comparar el rendimiento productivo del año en curso (con el tratamiento) con los datos del año precedente.

Resultados

A fines de año se compararon los resultados con los del año anterior: el dato más evidente fue, desde las primeras semanas del inicio del tratamiento, un aumento significativo del consumo de pienso durante la lactación, de unos 1,4 kg/cerda/día de media. El aumento del consumo en la sala de parto probablemente se debía a un fenómeno de desintoxicación: las micotoxinas causan una caída del consumo de pienso y su principal órgano diana es el hígado. Para los tricotecenos en concreto se ha demostrado un reflejo neurológico de rechazo de la alimentación con inhibición directa del centro hipotalámico del apetito, y la estimulación del centro de la estimulación del vómito (Bonnet et al., 2012).

Según el informe del veterinario de la explotación, se detectaron menos diarreas, con un consumo inferior de piensos medicados y especiales, la lactaciones eran más regulares, casi desaparecieron los casos de disgalaxia. En los destetes, la necrosis de las orejas, de las colas y de la piel habían disminuido notablemente. En las cerdas no tratadas durante ese año se repitieron la situación y síntomas descritos de vez en cuando.

En el engorde, que inicialmente no se había tratado, y en base a la anamnesis y tras el control en matadero para verificar posibles patologías intestinales específicas, se aconsejó igualmente la protección frente a micotoxinas: el tratamiento hizo desaparecer las diarreas y los prolapsos.

La siguiente tabla muestra la mejora en el rendimiento general de la granja de cerdas tratada:

IDC (días) Mortinatos (%) Nacidos vivos (n°/cerda) Destetados cerda año (n°)
-1,4 -1,7% +0,4 +1,2

El resultado final ha convencido a los propietarios para adoptar una estrategia permanente antimicotoxinas encaminada a un mayor control de las materias primas a la entrada, uso de las mejores materias primas para los animales más jóvenes y para los reproductores, utilización de un producto válido contra las micotoxinas más comunes en el territorio. Resulta evidente que la sinergia entre el veterinario, el nutrólogo y el responsable de la granja es necesaria para poder poner en marcha estrategias que no pueden ser llevadas a cabo individualmente, que requieren una cantidad de información a disposición de las diversas fases y de la cadena productiva y que por lo tanto necesitan la aportación profesional, conjunta y honesta de estas figuras para tomar la decisión correcta y justificar algunos costes de gestión (léase alimentación), que el titular, o el que toma la decisión, no aceptarían de otro modo en un mercado porcino que lucha por la obtención de beneficios.

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